Supongo que no se lo merecía y yo no tenía ningún derecho a aprender a pintarla.
Ya no hablaba ni sonreía. Casi todo el mundo cree que fue consecuencia de sus malos actos, de sus engaños, de sus promesas no cumplidas. Yo no estoy tan seguro.
Era hermosa, luminosa, y sus pasos demolían las aceras. Ahora es preciosa, pálida, y sus pasos vuelan con las hojas.
No es tan fácil ser hermosa. No es tan fácil romper corazones sin pagar por ello.
rodrigo, me has dejado anonadado.
ResponderEliminarMuy bueno. A ver si pinto algo al respecto, una acera o algo así.