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29/4/13
24/4/13
El robo
El otro día creí haber sufrido un hurto.
Busqué y busqué este cuadro y no lo encontré por ningún lado. Y eso que no era pequeño.
Bien. Me hice a la idea de que me habían robado... y me sentí alagado: "por fin alguien aprecia mi arte", me dije.
Me creí un Van Gogh, un Munch, un que se yo, al que le roban las obras mas preciadas. Pero... ¡Oh decepción!, todo había sido una ilusión. Resulta que el presunto cuadro robado estaba detrás de otro cuadro y todas mis ilusiónes se esfumaron, la búsqueda y captura de tan acérrimo admirador y chorizo concluyeron en ese preciso momento, momento en que fui consciente de mi deseado engaño.
Parafraseando a Manolo García y Miguel Ríos diré que "me siento hoy como un Van Gogh herido por las flechas de la incertidumbre".
19/4/13
Carlos Salvador y su capilla sixtina
Carlos Salvador Mira tiene nuevos proyectos, una obra magna, rompedora, lejos de lo que nos tiene acostumbrados. Ayer le pillamos con su último trabajo, con las manos en la masa, y el alicantino nos aseguró que lo siguiente será la cumbre de su arte, una especie de capilla sixtina en su trayectoria... dice que se pasa a la pintura mural.
Os mantendremos informados de tan arriesgado proyecto.
Aunque no tiene nada que ver con todo esto, decir que ayer me acabé el libro de Anatoli Bukreev y al final aparecía citado el cineasta ruso Andrey Tarkovsky:
"Me interesa por encima de todo el carácter capaz de sacrificarse a sí mismo y a su estilo de vida... Suele ser absurdo y poco práctico. Sin embargo -o precisamente por esta razón- el hombre que actúa de este modo propicia cambios fundamentales en la vida de otras personas y en el curso de la historia."
¿Carlos Salvador necesitará sacrificarse a sí mismo para su nuevo proyecto?
16/4/13
Elogio de la estulticia
Mi más sincero agradecimiento al gran análisis de la obra realizado por el Dr. Martínez Otero
Elogio de la estulticia (2013)
Pastel y acrílico sobre lienzo, 80 cm x 80 cm
El presente lienzo constituye una de las obras maestras de Romero, pintada en una etapa de frenesí artístico, en torno a la primavera de 2013. Por su composición y su cromatismo, por su originalidad y su profunda simbología, podemos afirmar que estamos ante una obra única, quizá zenital, de la trayectoria pictórica del genio de Benimaclet.
La pintura, de proporciones cuadradas, queda enmarcada por un arco de medio punto, que orienta la composición. Romero nos presenta así la plaza de un pueblo de segunda o tercera. Unos oscuros soportalillos, refugio del paseante en las tórridas horas del estío, aparecen como el único encanto, ciertamente provinciano, del espacio abierto ante el espectador. Los colores planos de las fachadas, con tonalidades naranjas, ocres, verdes y azules, son ya clásicas en el universo pictórico del autor, trayendo a la mente reminiscencias postimpresionistas, dadaístas y fauvistas.
Y en el centro de la plaza, lo imprevisto, lo mágico, lo genial: un monumento erigido a un marrano o cerdo común: rosa, sonriente y despreocupado. Más allá de una broma o un chiste, greguería pictórica para sorprender o divertir, el cerdo que preside la plaza –Napoleón, en un guiño orwelliano- convierte el cuadro en una mordaz crítica social. Sin ser Romero un artista social o comprometido, en el estricto sentido del término, tampoco se puede negar en su trayectoria una implícita crítica a la sociedad del consumo que le rodea. Romero, pintor ensimismado y onírico como pocos, enfrenta sus pinceles y su mirada a la realidad, gris, zafia, roma y chata, ofreciendo una visión fantástica y alegre, delicuescente, alternativa… Pues bien, aquí no concurre esa crítica implícita, onírica. No. Aquí Romero, con un realismo que le es impropio, denuncia lisa y llanamente la zafiedad convertida en referente, la grosería establecida como moneda de curso común, lo chabacano erigido en patrón, la gandulería y la autosatisfacción como arquetipo del éxito social. Es la conjura de los necios, el triunfo de la mediocridad. De manera genial y creativa, Romero ridiculiza en Elogio de la estulticia con sus pinceles el tsunami de estupidez que nos anega. El cerdo en su pedestal es el hombre moderno, que erige su vientre, su lívido y su comodidad en la única meta por la que luchar.
Pero aún hay más. A la sombra del cerdo, un Velázquez venido a menos retrata al nuevo señor. La estética, la metafísica, el arte, otrora al servicio de las grandes causas –sean reyes, meninas o nicolasillos pertusatos- se ocupan hoy ciegamente de hacer de palmeros del mal gusto erigido en paradigma. Y así les va. El artista troca su elegante hábito de Caballero en un chándal bombacho de dominguero de polígono; es expulsado de las altas cámaras de palacio a las tinieblas exteriores de la mendicidad. Se arrodilla ante el cochino, verdadero deus et machina de la sociedad de masas actual.
La visión de Romero es lúcida y profética. Irónica, valiente, demoledora. Romero, como el niño del genial cuento de Andersen, se atreve a señalar al rey y a gritar: va desnudo. Todo un aviso a navegantes, un memento mori. Como se lee en la esquina superior izquierda del lienzo, sit transeat gloria mundi…
6/4/13
Libro de la Pasión - José Miguel Ibáñez Langlois
Aquí un fragmento del libro de Ibáñez Langlois que bien puede sonar con la canción de Dominique A, Le Sense, que te dejo más abajo.
El rey de los judíos se ha desplomado por tercera vez
su cuerpo es una anécdota confusa bajo la cruz
lo peor de todo es que alguien le hizo la zancadilla
a ver quién fue el gracioso de la zancadilla a ver
el gracioso de la zancadilla que hizo rodar a Dios
es yo mismo es tú mismo y nadie más
basta ya de disimular pues hombre si Dios te vio
reconoce que te has pasado todos los días de tu existencia
apostado en la estación número siete del vía crucis
poniendo tu subrepticio pie entre los pies de Dios
reconoce que ese acto es el perfecto resumen de tu existencia
reconócelo y pide perdón al Dios galileo que has derribado
porque el galileo ya se levanta a pedazos y cómo te mira
y te mira y perdona tu zancadilla y te ama
y ofrece toda su sangre sólo por ti.
5/4/13
Into thin Air - Jon Krakauer
Recientemente he leído Mal de Altura de Jon Krakauer... y ahora estoy con la réplica de Anatoli Bukreev de Everest 1996.
En ambos libros se cuenta la tragedia que tuvo lugar en 1996 en el monte Everest.
En una misma temporada murieron doce alpinistas. Los libros pretenden contar con fidelidad los hechos acaecidos en la tragedia que se cebó con las expediciones comerciales de Mountain Madness, liderada por Scott Fisher y Adventure Consultant, liderada por Rob Hall.
La tragedia de 1996 evidencia el problema de la masificación de la alta montaña y los peligros que conlleva la comercialización de la misma y la falta de preparación de los clientes que pagan cuantiosas sumas de dinero para que los "suban" a la cima.
Cumbres como la del Everest, especialmente apetitosa por ser la más alta del planeta, reciben cada año muchísimos turistas-montañeros que arriesgan sus vidas por conseguir LA CIMA a su colección de ascensiones. Pero hay muchos factores que hacen de esta montaña, no especialmente técnica, una de las más peligrosas: la gran afluencia de alpinistas, la gran altitud y una climatología cambiante... Más vale ir solo que muy acompañado.