Estamos a las puertas de las vacaciones y los días se presentan más tranquilos y sosegados, días calmos que dan pie al paseo contemplativo. Turismo del bueno.
El lunes, por ejemplo, comí con un amigo cerca de Farm Street Church, en un paraje incomparable, Mount Street Gardens (Mayfair). De caminó recalé en la Halcyon Gallery donde exponía el canario Pedro Paricio con un arte sugerente.
Pero lo que más me llamó la atención no estaba en ninguna galería, ni museo... iba por New Bond Street cuando me topé con el escaparate de Hermès. Digna obra de arte. No sé cómo se llama esta profesión, interiorismo, escaparatismo... pero me parece increíble. Hermès sigue una línea equina que me gusta mucho, es su seña de identidad. Y en este escaparate se han lucido. Hermès ya me interpelaba en valencia, cuando pasaba por delante de su escaparate en la Plaza del Patriarca. Y es que un buen escapar-arte invita a pararte.
pañuelos rampantes |
Para rematar la jornada fui de peregrinación a la National Gallery, cita inexcusable para todo amante del Arte. Y digo peregrinación deliberadamente, ya que fui a visitar a la inmaculada de Velazquez y a la Sagrada Familia de Murillo.
Paradojas de la vida, uno ve esos cuadros y se los querría llevar a casa. Entran ganas de robar, a mi me pasa, sobre todo, cuando la gente pasa de largo y no lo aprecia, cuando el arte sacro se amontona y pierde su sentido. ¡Qué me lo den y le busco un sitio apropiado! Amén.
Paradojas de la vida, uno ve esos cuadros y se los querría llevar a casa. Entran ganas de robar, a mi me pasa, sobre todo, cuando la gente pasa de largo y no lo aprecia, cuando el arte sacro se amontona y pierde su sentido. ¡Qué me lo den y le busco un sitio apropiado! Amén.
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