Texto de Rodrigo Sancho a partir de Cam-post:
Una vez subí a un avión que no tenía nombre. Personalmente a mi eso no me gusta, creo que todo debería tener un nombre porque así ese algo podría disfrutar de una despedida junto a un par de chupitos y algunas frases de lamentación. Me gusta esa despedida, es digna del cine y un sofá calentito.
Cuando subí al avión sin nombre me daba miedo el mundo visto desde otras perspectivas. Siempre creí que volar aunque suene precioso y heroico, era para los pájaros y quizá para las brujas. Y nadar para los peces o las sirenas.
Hasta que vi un paisaje y quedé encantado. Y entonces pinté este cuadro.
Ahora no solo vuelo en aviones sin nombre. Ahora regalo paisajes para que quizá en mi despedida se oigan chupitos y se beban lamentaciones, o al revés si lo prefieren.
UNA ESPECIE DE PABLO.