El Pic du Midi d'Ossau no pasa desapercibido, llama la atención y es visible desde la distancia, por ello, y pese a las dificultades que entraña su ascensión, fue conquistado en el año 1787, mucho antes que otras cimas más elevadas pero más sencillas como el monte Perdido, el Vignemale o el Aneto. Además este pico se eleva muy cerca de la importante ruta transpirenaica de El Portalet, paso fronterizo entre Francia y España ya conocido y utilizado en otras épocas.
En el año 1787, el Midi d'Ossau es vencido por un pastor del valle de Aspe, que levanta un gran mojón de piedras bien visible en la distancia por encargo del geógrafo Reboul. El 20 de marzo de 1787, un ingeniero geodésico constata la existencia del amontonamiento de piedras en la, hasta entonces, virgen cima del Ossau.
En 1797 se realiza la segunda ascensión, pero esta vez bien documentada, por Guillaume Delfau, que constató además los restos dejados por la primera ascensión. Luego vendría la ascensión de Daugeot en 1802.
Pero es la leyenda que envuelve a la primera ascensión la que realmente nos lleva a los orígenes de la pasión por las montañas. Se dice que el pastor del valle de Aspe observaba como cada día la sombra del Midi d'Ossau se proyectaba sobre su humilde cabaña de tal modo que la misma punta del pico se situaba junto a la puerta. Era una invitación a entrar, a descubrir la cumbre que dominaba con amplitud los extensos prados donde cada día pastaba su ganado. De este modo, el pastor atendió la llamada de la montaña y la coronó. Nace de este modo el alpinismo, la actividad que consiste en subir montañas simple y llanamente porqué están ahí.
El Pic du Mid d'Ossau, 2884 m., también conocido con el sobrenombre de Jean-Pierre, es uno de los picos más emblemáticos del Pirineo. Y es sin lugar a dudas, la reina entre las montañas del Pirineo Occidental. El
Midi d'Ossau debe su nombre a que se eleva al S., al Mediodía, del valle de Ossau. Su característica silueta es fácilmente distinguible desde gran parte del Pirineo.
Esta montaña no alcanza los tres mil metros de altitud y, sin embargo, puede hacer gala de ganar en celebridad a la mayoría de las cumbres pirenaicas que superan esta cota.
Porque está ahí había que hincarle el diente. Se presentó la oportunidad y no la desaprovechamos, a las 06:30 de la mañana comenzamos la expedición saliendo desde Anéou.
Las previsiones meteorológicas eran favorables, se abrió una ventana de buen tiempo, y formamos una cordada valenciano-catalana de categoría a la que se acabó uniendo un francés y dos vascos.
Es lo que tiene la montaña: un gran espíritu de confraternización.
A las 10.00 de la mañana hacíamos cumbre.
El Midi cuenta, desgraciadamente, con una larga lista necrológica, es una montaña vertiginosa y caótica, por lo que cualquier aventura fuera de la ruta normal puede ser un peligro objetivo. Es por ello un pico que merece respeto, exigente, y que requiere cierta experiencia en alta montaña.
Cuenta con tres chimeneas con algún paso que llega al grado IV de escalada alpina, lo más complicado fue la bajada y aunque llevábamos una cuerda al final no la utilizamos.
Todo salió según lo previsto y en siete horas estábamos felizmente de regreso comiendo un bocadillo junto a las vacas.
*Aunque yo no se cantar, os dejo con unos cuantos versos de La Montaña de José María Gabriel y Galán. He suprimido algunas estrofas así que pido perdón por desmembrar la poesía.
¡Hablemos, atalaya gigantea!
Desde tu inmensa altura,
¿me verás muy pequeño en esta hondura
del valle estrecho en que mi choza humea?
¿Verdad que para ti somos iguales
el hombre de la choza
que, sentado en sus míseros umbrales,
la gran visión de tus grandezas goza,
y el último volátil insectillo
que se posa en el último ramillo
del árbol más enteco,
del menos admirado bosquecillo,
de tu más olvidado recoveco?
¡Es tanta tu grandeza!...,
tan soberbia tu historia, tan altiva
levantas y tan alta la cabeza,
que solo pequeñez, solo pobreza
verás en lo de abajo desde arriba.
...
Eres grande, ¡oh montaña!, y rica con espléndida riqueza;
tienes oro en la entraña
y corona de plata en la cabeza...
¡Pero yo soy más grande! ¡Yo más fuerte!
¡Yo más rico que tú!... ¡Yo he de vencerte!
No en la entraña metales brilladores,
ni en la frente coronas temporales:
¡tengo en el corazón fragua de amores!
¡Tengo en la frente fragua de ideales!
¿Y qué volcán tuviste tan ardiente
como el humano corazón que ama?
¿Ni qué encendida llama
radiará luz tan pura y esplendente
como esta que mi espíritu derrama?
...
Y, en fin, mole dormida,
aunque sintieras como yo la vida,
me envidiaras, sin duda,
¡porque yo sé cantar y tú eres muda!