Pensat i fet! El miércoles me fui al Nevado del Tolima, a la aventura. Tolima exprés en 36 horas puerta a puerta.
Cuando se me mete una idea en la cabeza es difícil sacármela. Soy cabezón, no sé si es virtud o defecto, quizá un poco las dos cosas.
Total, para allí que me fui, armado con mi GPS y con el conocimiento de la ruta de una primera incursión, ocho meses atrás.
La ruta sur es una vía abrupta y directa que pasa en 13 kms de los 2.500 metros de altura a los 5.220 metros pasando por los distintos pisos térmicos colombianos.
El timing fue el siguiente:
Salí de Bogotá el miércoles a las 5 am.
Llegué a Juntas a las 9 am (el puente del Río Combeima estaba obstruido por un derrumbe)… la primera en la frente. Aparqué y inconscientemente salí desde allí andando (quedaban 30 kms hasta el punto de inicio)… a la media hora empezaron a pasar vehículos, habían destapado el camino. Así que volví sobre mis pies para volver al coche.
A las 10.30 llegué a mi destino, la Finca El Silencio y comencé a caminar.
A las 15.30 llegaba al Campamento 4.000, ya en zona de páramo, feliz pero no con muy buenas sensaciones. Contento por haber llegado hasta ahí y haber superado la parte de selva. Comí sin hambre y monté la tienda... empezó a levantarse bastante viento, pero había un agradable sol que me daba en la cara. La cima estaba tapada. Tarde y noche en estado de letargo. Horas de espera.
A las 3.15 suena la alarma y para arriba tras intentar comer algo.
A las 6 de la mañana tras llegar al mismo punto de la vez anterior, a 4.900 m. al pie del Cerro Negro. Decidí volver. No pintaba bien la parte alta, con nubes y con mucho viento. Tuve miedo al ir solo, tenía frío y pensé que era mejor una retirada a tiempo.
A las 11.30 estaba de regreso en el coche. Tardé cinco horas, bajando a toda máquina, con las consiguientes caídas, desde el pie del cerro negro (tres horas desde el campamento). Aún y todo, me dio tiempo de meterme en las termales del Rancho y limpiarme todo el barro del camino.
Llegué a casa a las 5 de la tarde del jueves.
La verdad es que esta experiencia en solitario me daba un poco de respeto. Para que mentir, salí de casa un poco acojonado, pero dispuesto a superar el reto. Y me doy por muy satisfecho con lo logrado.
El Tolima se resiste. ¡Volveremos!