Cuenta la leyenda de los muiscas, que el dios Bochica, tras un fuerte diluvio, golpeó con un bastón una muralla de piedras, aliviando las aguas de la sabana de Cundinamarca y salvando Bacatá (antiguo Bogotá) de las inundaciones, creando de esta manera el Salto de Tequendama.
Esta cascada del río Bogotá es muy pintoresca, aunque sus aguas tienen un aspecto terrible... fruto de la contaminación. Algo huele a podrido en Dinamarca...
Este fin de semana estuvimos en Santadercito, un pueblito típico de Cundinamarca, con su "fama": su fruver, su panadería, su carnicería pestilente, sus paisanos... todo un poco mugriento excepto, por su entorno y su bonita iglesia, bien cuidad.
Este pueblo a escasos 50 kms de Bogotá era más calentito por situarse a 1.600 msnm.
El fin de semana lo aprovechamos para parar a comer en la carretera a los pies del Salto de Tequendama, descansar en la naturaleza, bañarnos en la piscina y visitar con Eloi el Zoológico Santacruz, reminiscencia de los antiguos zoos como el de Valencia, donde vivía el pobre hipopótamo Braulio (resulta que se llama Raff).
La verdad, no quería irme de Colombia sin visitar este accidente geográfico.

0 comments:
Publicar un comentario